Señor, te damos gracias porque podemos decirte: este es nuestro hijo, fruto a la vez de tu vida y nuestra vida, de tu amor creador y nuestro amor de padres. Nos llenaste de alegría cuando supimos que llegaba, le hemos querido antes de conocerlo y lo hemos vivido desde que le sentimos vivo.
Dale ahora, Señor, vida abundante: que crezca sano, que su cuerpo se desarrolle con el vigor de la buena naturaleza; y que, desde la gratuidad de lo que le das, sepa estimar y proteger siempre a los más débiles. Amén.
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